Soros tiene la doble condición de tiburón en los negocios y filántropo en la vida privada. Incluso es un hombre con preocupaciones intelectuales, como muestran algunos de sus libros que ponen en cuestión el futuro de la Unión Europea, entre otros pensamientos.
Lo curioso del hombre que ha argumentado que el euro es un fracaso (una tragedia de la UE, dijo) es que haya entrado en España con capital fresco y presto a resolver los problemas muy serios de una empresa como Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) y sus filiales. Casi nadie podía esperar que él, que sostenía que si alguna vez intervenía en el mercado de divisas sería en contra de la cotización del euro, ahora se haya aposentado en una compañía española y sea el verdadero salvador de la familia Koplowitz, hasta hace poco primer accionista y todavía la que ejerce la presidencia de la compañía.
Todos quisiéramos saber qué le ha dicho Esther Koplowitz a Soros para que el inversor decidiera entrar en el accionariado de su empresa, una compañía clásica de servicios. Sería bueno conocer las artes persuasoras de la empresaria vista la poca fe que siempre había demostrado el acaudalado hombre de negocios. Si algo parece que está haciendo bien la empresaria es evitar algo que otras muchas constructoras y compañías de servicios han practicado en los últimos años de crisis: lanzarse en manos de la banca.
El precio es distinto, pero seguro que la aportación de Soros en otros menesteres tampoco será despreciable y, la verdad, tenerle en España aunque sea poco está próximo a constituir un honor.