De cumplirse este vaticinio, que es tan creíble o tan ineficaz como tantos otros, toda una generación de españoles habrá sucumbido a los efectos de la intensa recesión. Son aquellos que venían de la etapa de exhuberancia anterior, que consumían con criterios compulsivos de antes, que se endeudaron con análisis de riesgo prediluvianos y que soportan (soportamos) administraciones públicas hundidas por un efecto combinado de lo anterior y una corrupción sistémica galopante.
Esa generación que aprendió a vivir con el llamado círculo virtuoso de la economía está pagando hoy los excesos. Y lo seguirá haciendo, según el estudio, un mínimo de 17 años más. Se trata de un tiempo más que suficiente para adiestrar a otra generación y evitar que crezca con los errores de la anterior.
Cuando les llegue el momento y vivan en entornos de creación de empleo y mejora de la renta per cápita deberán saber que sin ahorro, con excesos en el gasto y sin valores tradicionales, casi calvinistas, no hay sociedad que aguante el futuro.
A la vista de que hasta el 2033 seguiremos transitando por nuestras pequeñas miserias, es recomendable no confundir a nuestros sucesores. Lo agradecerán.